Temperamento amigable: Los perros con un temperamento dulce y afectuoso son más propensos a llevarse bien con los niños.

Paciencia y tolerancia: Los niños pueden ser ruidosos y alborotadores. Un perro paciente es más capaz de lidiar con los juegos y travesuras de los niños sin reaccionar de forma agresiva. No obstante, es importante enseñar a los niños las normas y límites a la hora de interaccionar con los perros, así como inculcarles un comportamiento respetuoso para que no comprometan el bienestar de los perros.

Nivel moderado de energía: Son recomendables los perros con una actividad media, ya que son lo suficientemente activos para jugar y entretener a los niños, pero también saben cuándo relajarse y rebajar la intensidad, algo fundamental para que los juegos infantiles no se vayan de las manos.

Tamaño adecuado para niños: Aunque todos los tamaños de perros pueden ser buenos compañeros, los perros de tamaño pequeño suelen ser más manejables para los niños. Es necesario, sin embargo, enseñar a los niños a controlar sus movimientos y su fuerza para que los perros pequeños no resulten lastimados.

Facilidad de entrenamiento y aprendizaje: Los perros que responden bien al entrenamiento y el adiestramiento se adaptan mejor a las reglas del hogar y son más seguros para los niños.

Salud adecuada: Una buena salud general de los perros es importante para evitar enfermedades que puedan complicar la convivencia con los niños.